
Me gustaría ser capaz de congelar las miradas, como si pudiera de esta manera mantenerlas intactas en el tiempo. Y así,cuando pase el tiempo recordarlas con total nitidez,entendiendo lo que me dicen ahora y no fui capaz de comprender en su momento. Me gustaría poder hacerlo pero no puedo. Solo me queda confiar en la memoria, esa traicionera que recuerda lo que ella quiere y no lo que yo quiero.
Cuando intento no mostrar lo que siento, ahí están los ojos,tan chivatos, que se lo cuentan a todo el Mundo aun en contra de mi voluntad. Por más que grito en silencio: ¡Que se callen los ojos! no me obedecen.
Y entonces los demás en un falso intento, congelarán mi mirada.
A veces pienso que viviríamos mejor con los ojos cerrados permanentemente, como si siguiéramos soñando. Poder soñar la vida (nuestra vida) es utópico pero maravilloso. Una nueva realidad idealizada en la que seguro nadie querría abrir los ojos de nuevo para preocuparse de repetir en silencio aquello de: ¡Que se callen los ojos!